SESGOS INCONSCIENTES: ¿QUÉ SON Y CÓMO COMBATIRLOS?

Por Isabel Allende-Robredo




Aunque nos cueste reconocerlo, más de una vez nos hemos dejado llevar, de manera inconsciente, por algunos de los estereotipos, socialmente generalizados y cargados de prejuicios, que contribuyen a la inequidad en nuestra sociedad. 


Todas las personas desarrollamos sesgos cognitivos inconscientes que nos ayudan a navegar por la vida con un esfuerzo marginal. Sin estos “atajos mentales”, el cerebro terminaría exhausto, ya que tomar incluso una decisión simple de manera consciente utilizaría una gran cantidad de energía mental. Pero es también por culpa de los sesgos, de esos juicios automáticos e inconscientes, que tendemos a encasillar, prejuzgar y discriminar a muchas personas. Hacernos conscientes de ellos, nos ayudará a ir eliminándolos poco a poco.

 

¿Qué son en realidad los sesgos inconscientes y cómo se producen?

 

Los sesgos inconscientes son suposiciones, creencias o actitudes adquiridas, profundamente arraigadas en nuestra psique, que operan incluso de manera contraria a nuestras creencias e ideas conscientes y que, siendo adquiridas a lo largo de la vida, a través del proceso de socialización (*) y de las experiencias vividas, marcan muchas de nuestras preferencias y comportamientos.



(*) Proceso mediante el que el ser humano aprende e interioriza, en el transcurso de su vida, los elementos socioculturales de su medioambiente, los integra a la estructura de su personalidad, bajo la influencia de experiencias y de agentes sociales significativos (familia, escuela, grupo de pares, medios de comunicaciòn, etc.), y se adapta así al entorno social en cuyo seno debe vivir.


Los sesgos cognitivos surgen de la necesidad evolutiva de nuestro cerebro de emitir juicios de manera inmediata para asumir una posición rápida ante ciertos estímulos, problemas o situaciones, derivados de la incapacidad de procesar toda la información disponible que se filtra de forma selectiva o subjetiva. ​ Si bien en determinados contextos conducen a acciones eficaces o permiten adoptar decisiones rápidas cuando la inmediatez es el mayor valor, en muchas otras ocasiones nos pueden conducir a cometer errores que pueden ser graves.


Este tipo de sesgos se producen tanto en relación a las cosas como a las personas. Pero, cuando se trata de sesgos cognitivos inconscientes relacionados con las personas, dado que éstas suelen ser categorizadas según una jerarquización social, los sesgos inconscientes de percepción asociados a los de género, edad, discapacidad, etnicidad/religión u orientación sexual -entre otros- pueden hacer que tratemos más favorablemente a determinadas personas (generalmente hombres, blancos, de entre 30-45 años, heterosexuales y sin discapacidad aparente alguna), y, por tanto, más desfavorablemente a todas las que no lo son, dejándonos, sin ser conscientes de ello, llevar por los estereotipos y prejuicios arraigados en la sociedad.

En el caso de los sesgos inconscientes, o prejuicios cognitivos inconscientes, de género y étnico-culturales, diríamos que estos son preconcepciones o ideas sobre las personas y grupos étnicos que, como sociedad, nos vamos formando a lo largo del tiempo, originadas a partir de la socialización recibida y de las experiencias vividas, y que marcan muchas de nuestras preferencias y comportamientos. Ser socializadas en una cultura concreta (o un género concreto), nos hace tener una visión etnocéntrica y androcéntrica del mundo, una visión de la que nos podemos ir haciendo poco a poco conscientes (y por tanto ir decolonizando y despatriarcalizando nuestras mentes), pero con una parte inconsciente que es más difícil de detectar. 

 

Cuatro tipos de sesgos inconscientes que nos pueden hacer discriminar a unas personas en favor de otras

 

1.   Sesgo de primera impresión: tendencia a elaborar juicio rápido y superficial basado en la primera impresión sobre una persona. Esta impresión inicial, positiva o negativa, influye en las evaluaciones posteriores. Estas impresiones iniciales están relacionadas con la extroversión y las habilidades de comunicación de la persona candidata, así como con otros aspectos como su apariencia física y su vestimenta. Algunos estudios incluso han mostrado que las decisiones de contratación se toman durante los primeros cinco minutos de la entrevista. En el caso de mujeres o de personas provenientes de grupos étnicos distintos del propio, los estereotipos asociados a ellas, así como los prejuicios generalizados socialmente, suelen influir en este tipo de sesgos.

 

2.  Sesgo de confirmación: tendencia a buscar información que respalde la primera impresión que nos ha producido una persona, sobre todo cuando, por ejemplo, estamos haciendo una entrevista de selección de trabajo o admisión en algún grupo. Este sesgo puede llevar a realizar preguntas más fáciles a quienes dieron una primera impresión positiva, y preguntas más difíciles a quienes la dieron negativa (y en el caso de mujeres, personas LGTBIQ personas con discapacidad o de grupos étnicos minoritarios, esta impresión negativa, o al menos no tan positiva, inicial no es tan frecuente como cuando se trata de un hombre, blanco, de entre 30 y 50 años y heterosexual).

 


3. Sesgo de afinidad: tendencia a evaluar y aceptar de mejor manera a quienes presentan características similares a nosotras/os mismas/os. ¿Quién no ha sentido simpatía inmediata por alguien que practica nuestro mismo deporte, estudió en la misma universidad o tiene una historia laboral similar? ¿Quién, al encontrarse en el extranjero rodeada de personas diferentes, no ha sentido afinidad inmediata por la de su propio país? ¿Qué mujer, rodeada de hombres, no se ha acercado a la otra única mujer de la sala?    

 

4.- Sesgos de la diferencia y la jerarquización: tendencia a evaluar a las personas procedentes de grupos minoritarios o minorizados (mujeres, personas de grupos étnico/"raciales"/religiosos minoritarios, de origen migrante, personas con discapacidad, personas LGTBIQ+, gitanas, mayores, pobres, etc.) de manera diferente e inferior a cómo se valora a los hombres, autóctonos, no gitanos, de entre 30 y 50 años, heterosexuales, sin discapacidad aparente alguna, etc. quienes se encuentran en la cúspide la de la jerarquización social (En este grupo encontraríamos los sesgos inconscientes de género, etnoculturales, de edad, de capacidad, etc.)


¿Cómo combatir los sesgos inconscientes?

 

A nivel personal

 

1.   El primer paso es saber de su existencia. No podemos cambiar nada que no sepamos que existe.

 

2.   A continuación, tratar de ver, hacernos conscientes y reconocer que también nosotras/os los tenemos.

 

3.  A partir de ahí, observar continuamente nuestros primeros pensamientos cuando interactuamos con personas diferentes a nosotras, con el fin de ir aflorando los sesgos inconscientes a la consciencia.

 

4.   Buscar toda la información posible sobre aquellos grupos de personas contra los que tenemos sentimientos negativos más fuertes, y, si nos es posible, interactuar al máximo con los ellos. Lo más probable es que, tras dicha interacción -cuanto más duradera y profunda mejor- desaparezcan todos nuestros prejuicios contra ellos, y con ellos mis sesgos inconscientes asociados. Pongamos, por ejemplo, que no soporto a los (personas de X país). No sé por qué, pero me caen mal, sin motivo alguno, pues nunca he tenido relación con personas de este país. Mis juicios se basan en los estereotipos y prejuicios generalizados socialmente. Tengo que buscar más información sobre estas personas, y quizá podría entablar algún tipo de relación con ellas… ¿Habrá algún sitio donde se reúnan? ¿Podría participar en alguna de sus fiestas tradicionales para conocerlos un poco mejor?

 

A nivel organizacional:

 

Es muy probable que, en un mundo globalizado como en el que vivimos, a la hora de seleccionar personal para nuestra organización, se presenten personas con bagajes vitales y culturales muy diversos. Por ello, es fundamental que la gestión de personas (desde la definición y valoración de puestos hasta la separación, pasando por la contratación, la evaluación del desempeño, el desarrollo del talento y la promoción) esté libre de sesgos inconscientes de jerarquización de las diferencias o que, al menos, se trabaje por minimizar su impacto, adquiriendo una serie de herramientas y estrategias para ello (objetivización, formación, comunicación igualitaria e inclusiva, y muchas más). 





En el caso de la intervención social, con el fin de evitar el paternalismo/maternalismo basado en la, de alguna manera, estereotipada consideración de mayor atraso o capacidad de las personas provenientes de determinados grupos aprender todo lo posible sobre dichas personas y sus situaciones o culturas de origen, con el fin de sustituir los estereotipos y prejuicios que nos hacen actuar sesgadamente por información real y actualizada de los mismos. 



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